sábado, septiembre 05, 2009

Lagrimas de un Padre


Lagrimas de un Padre

Cuentan, que había una vez.

Un señor que padecía lo peor que le puede pasar, a un ser humano. Su único hijo, había muerto.

Desde la muerte y por mucho tiempo, no podía dormir. Se despertaba por las noches, y lloraba y lloraba. En algunas ocasiones, hasta que amanecía.

Un día, entre sus sueños, se le aparece un ángel y le dice:
  • Basta, ¿no crees que ya es tiempo que dejes de llorar?
  • No puedo, no puedo, sufro tanto.
  • ¡Basta ya! -le dijo el ángel con una voz firme, pero con una infinita ternura
  • Sé que extrañas mucho a tu hijo, dime, ¿te gustaría verlo?
  • Que si me gustaría verlo, desde luego, desde luego. -suplicaba aquel hombre
El ángel entonces, tomo a aquel hombre de la mano y se lo llevo al cielo.
  • Ahora lo vas a mirar -dijo el ser celestial.
  • Quédate aquí un momento y observa
En ese instante, comenzaron a pasar muchos niños vestidos como angelitos, con sus alas blancas y con una vela encendida. Aquellos niños entonaban canticos celestiales y el hombre pregunto al ángel:
  • ¿Quiénes son?
Y el ángel le respondió:
  • Son los niños que han muerto en todo este tiempo, todos los días hacen con nosotros un paseo
  • ¿Mi hijo está entre ellos?, Pregunto el hombre con mucha ansiedad.
  • ¡si!, afirmo el ángel, Ahora lo vas a ver y los niños siguieron pasando.
  • mira, mira, ahí viene tu hijo
Y el hombre miro a su pequeño, radiante, tal y como lo recordaba en la tierra, pero hay algo que lo conmueve y siente una enorme pena y una terrible congoja.

En ese momento, el niño mira a su papa y tuvieron un encuentro maravilloso

  • hijo, hijo, hijo mío.
El padre, al darse cuenta de que su hijo no lleva la vela encendida como los demás, pregunta:
  • hijo mío, mi pequeño, porque tu vela no tiene luz. ¿No enciendes tu vela como los demás?
  • si, claro que si papa, responde el niño con cierta tristeza
  • ¿sabes?, cada mañana enciendo mi vela como los otros niños, pero cada noche tus lágrimas apagan la mía.
El hombre abrazo a su hijo con infinita ternura, se despidieron y el hombre fue regresado por el ángel a la tierra.

Había comprendido, que si bien las lágrimas son el consuelo del alma, Cuando estas se derraman sin cesar, se convierten en gotas de dolor y sufrimiento.

Aprendamos a sobre llevar la pena más dura, más amarga y más dramática, recordemos que el creador, es el refugio y el consuelo a nuestras penas, pero él nos necesita con un espíritu firme y animoso, para que le ayudemos a consolar a aquellos que sufren una pena igual.

Si has perdido a tu ser querido, puedes llorar con las lagrimas que brotan del corazón.